La Iglesia del Pacto se ha caracterizado siempre por su trabajo en misiones. El nombre más antiguo atribuido a los del Pacto fue Amigos de las Misiones, gente que había pactado con el propósito de trabajar juntos en la misión común tanto cerca como lejos.

Ellos entendieron que el trabajo misionero era el evangelismo y la formación cristiana, así como los ministerios de benevolencia, de compasión y justicia frente al sufrimiento y la opresión.

Esta es la herencia del pietismo, que fue instrumental en comenzar el movimiento misionero protestante. Un pietista del pasado, Hermann Francke (1663-1727), describió esto cuando dijo que el cristiano vive para la gloria de Dios y el bien de su vecino.

 

Jesús hizo claro que, si sus seguidores le amaban, debían guardar sus

mandamientos. Él dijo, Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente". Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas (Mateo 22:37-40). Éste es el gran mandamiento.

La Iglesia del Pacto está también comprometida con la gran comisión de Jesucristo: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado (Mateo 28:19-20).

 

Establecida por el evangelio y la gracia de Jesucristo, la Iglesia existe por cumplir su misión la gran comisión y el gran mandamiento como el fuego existe por la combustión. La misión de la Iglesia es la fe activa en el amor, y los dos no pueden separarse sin disminuir el evangelio.

 

Como la representante de Cristo en el mundo, la Iglesia debe ser un agente de gracia, llevando el mensaje de reconciliación, esperanza, justicia y paz. Al final de su vida, Jesús declaró amigos a sus discípulos,

dando a entender que ellos compartían con él una pasión común por su misión en el mundo (Juan 15:13-15).

Share by: